GENTE LEAL
¿Qué ocurría mientras tanto en el Fuerte de Carchuna? Es interesante. Angustias en unos. Buenos sentimientos en otros. Previsión y sigilo en los más. Temor en ninguno. Certeza de algo bueno, inconcreto, pero que tremolaba en el mástil de la seguridad.
La vida seguía haciéndose normal. Pero la realidad era distinta. Trabajo del campo, de la pista. Vigilancia. La visita del cura, que llevaba unas “doctrinas” para que las leyeran los recluidos.
-No digáis ahora que no sabéis leer. Y hay que comulgar. El que no quiera hacerlo, lo tendrá que hacer a la fuerza.
* * *
Rafael Guerrero Rodríguez, malagueño, de la quinta del 30, era Sargento de la guarnición del Fuerte. Fue arrancado del campo por las levas fascistas. Estuvo en Málaga, Vélez-Málaga y Orgiva.
El día 24 de marzo llegó al Fuerte. Era el día siguiente al que llegaron los asturianos. En el fondo seguía latiendo su amor por la causa republicana.
Otro Sargento, Salvador Rojas Rojas, de la provincia de Málaga. Igualmente arrancado del campo para empuñar un fusil de la traición. Ya llegaría su hora.
Otros tres Sargentos, republicanos de corazón, había en el Fuerte. Eran Francisco Roque Claro, José Muñoz Cuenca, que resultó herido por una bomba, y Francisco Gil Fernández.
La noticia de la evasión la tenían precisa los asturianos. Los Sargentos la tenían imprecisa. Guerrero, puede decirse, era el de más confianza para los asturianos. Era el de la buena iniciativa. El más precavido.
Encargados los Sargentos de pasar lista y dar la novedad al Alférez, pronto diéronse cuenta de la evasión de cuatro de los prisioneros.¿Qué hacer? Para Guerrero existía una duda terrible.¿Habrán pasado las líneas?¿Serán detenidos?¿Los matarán?¿Tendrán, fracasado su intento, que volver al Fuerte? Esto último, sobre todo lo demás, le obsesionaba. Si esta circunstancia se daba, ¿qué hacer para salvarlos?
Pronto lo decidió. No pasar lista. Darse por ignorado de todo. Ponerse de acuerdo con los demás Sargentos de su confianza. Nadie sabe nada de nada. Esperar. Esperar. La lista de aquella noche no se pasó. La de la mañana del día siguiente, tampoco se pasó. Sólo cuando hubo la seguridad de que los evadidos estaban en terreno firme y seguro, después de pasar lista, se dio la novedad al Alférez:
-Faltan cuatro. Supónese se han evadido.
El Alférez, el del palo en la cabeza del soldado fascista, preguntó a Guerrero: --¿Tiene usted sospecha de complicidad de algún prisionero? --En absoluto. Todos son buenos chicos.
* * *
No lo debió creer el Alférez. Este reunió a los prisioneros. Y les habló. Rogaba. Empezaba ya a ser vencido. El Alférez, por su cuenta, desconfiado, pasó lista. Al contestar uno, éste salía de la fila para evitar confusiones, evitando que uno contestara por otro. Formaron todos. Hasta los de cocina y servicios. Tomaron declaración, sin resultado, a los que dormían al lado de los que huyeron.
Después el Alférez habló nuevamente a todos, diciéndoles que los huidos fracasarían en su intento, se les cogería y serían fusilados delante de todos para ejemplaridad.
Habló de los militares de la República. ¿Los ofendió? No ofende quien quiere, sino quien puede. El Alférez se dedicó, con palabras groseras, recogidas de su estiércol moral, a ofender a las madres de los militares republicanos. No sabía él qué cerca tenía la hora de rendir cuentas...
* * *
Los que se habían “ido” se dedicaban al trabajo intenso de preparar el rescate de sus compañeros.
¿De qué manera iban a ser fusilados por el Alférez?
SE PREPARA LA MANIOBRA
Aquel “conforme” de Galán planteaba una serie de cálculos. La decisión del Jefe pone necesariamente en movimiento una cantidad de resortes inimaginables.
La operación correspondía prepararla al Jefe de la 55 Brigada, Comandante Pedrosa. Este se encontraba en la sierra cumpliendo misiones de su empleo.
Bárzana, mientras tanto, imposibilitado para perder tiempo, actuaba.
El Jefe de la 71 División se hace acompañar de uno de los evadidos. Van al frente para estudiarlo. Miran a izquierda y derecha. La posición débil, el camino más accesible. Observan cuál es el más favorable.
Pero enfrente, allá lejos, levantándose de la propia llanura, está el Fuerte. El día es claro. Se divisa a la perfección. No sólo se ve el Fuerte. Se ven los prisioneros también. Salen a la llanura. Los forman militarmente. Se diría que están al alcance de la mano, cuando sólo están al alcance de la vista. Es que están al alcance de la ilusión...
* * *
Se contaba con los cuatro evadidos que conocían bien el terreno cercano al Fuerte y el camino hacia la libertad.
Había un Mando capaz y entusiasta. Se disponía –todo previsto—de guerrilleros audaces y soldados valientes.
Hay que estudiar bien la maniobra. De ella depende la vida de trescientos asturianos, de trescientos hermanos con cicatrices gloriosas en sus cuerpos y en sus almas libres.
Hay que contar con los medios materiales: las armas, las embarcaciones, un práctico de la costa, las horas oportunas para efectuar la maniobra.
Todo va combinándose. No se pierde un minuto.
* * *
Haría falta una Compañía para atacar por vanguardia la línea enemiga, y para desembarcar y atacar por retaguardia, una Sección.
Se estudia la combinación del ataque del frente enemigo por vanguardia para que coincidiera con la hora aproximada en que los rescatados estuviesen llegando a él, por la espalda, después de vencer la resistencia u obstáculos que en el camino encontrasen.
Hablan con el Jefe del 218 Batallón, que cubre el frente, don Rafael Barredo, y con el Capitán Corral, de la Compañía Especial de la 221 Brigada, que atacaría por vanguardia. Se tienen en cuenta todos los detalles. Estos Jefes y Oficiales se enteran de lo que se les expone. Lo estudian. Conformes. Todo rápido, todo veloz, pero todo seguro. Sobre la marcha.
Bárzana no descansa. Una orden: que se busquen inmediatamente dos lanchas. Otra orden: una Sección escogida para que efectúe el desembarco. Guerrilleros y soldados de la 55 Brigada. Será, pues, una expedición mixta.
Se calcula el armamento necesario. Fusiles ametralladores, bombas de mano... Todo a punto. Hacían falta armas cortas. Se piden al Cuerpo de Ejército. Este las facilita.
* * *
El Jefe de la División estudia con los ejecutores el plan conjunto de la maniobra. Se toma en cuenta todo lo que puede influir en el éxito de la misma. Se nombra al Jefe de la expedición: El Teniente Bill. Se nombran Jefes de grupo.
Al de la expedición, Bárzana le ordena:-Tú harás esto –al mismo tiempo que le refiere paso a paso la misión total a cumplir.
A los Jefes de grupo les pregunta:-¿Tú qué vas a hacer?-¿Y tú?...-¿Y tú?...
Todos se explican. Todos saben bien cuál es su misión.Está trazada la operación totalmente por el Jefe de la 71 División. Se propone ahora al Jefe de la 55 Brigada, Comandante Pedrosa. No se pierde el tiempo.
-Conforme.
Manos a la obra.
INTENTO FRUSTRADO
Todo está ya listo. En Castell de Ferro, el pueblo luminosamente blanco más cercano a nuestro frente, están preparadas las dos embarcaciones. La tropa expedicionaria está dispuesta.
Es la una de la madrugada de una noche de aventura y esperanza.
En una de las motoras embarcan el Jefe de la expedición, Teniente Bill; el Teniente evadido, Joaquín Fernández; un soldado de la 55 Brigada y tres guerrilleros.
En la otra, el Teniente Ayudante de Bárzana, José Fernández Rodríguez; los tres restantes Tenientes evadidos, un Teniente de la 55 Brigada, varios guerrilleros y soldados.
En total, unos treinta hombres. Solos, se lanzan hacia una empresa peligrosísima. Para ser fuertes en número, cuentan con los trescientos asturianos del Fuerte, para los cuales llevan armas. Tienen que tomar antes el Fuerte, rescatarlos y entonces emprender la aventura de atravesar el territorio enemigo y romper el frente amenazador y lleno de posibles emboscadas.
Sale la primera lancha, rumbo a la lucha.
En este momento la segunda sufre averías en el motor. Disgusto. Nerviosismo. Viene en ayuda otro conductor mecánico. Se repara la avería. Sale, por fin, la embarcación, siguiendo la ruta de su hermana, que ya se ha perdido en el obscurohorizonte nocturno.
La lancha última navega cerca de la costa. Pasa frente a un pueblecito que suponen sea Calahonda. Siguen hasta la altura de Almuñécar. Aquí el práctico se da cuenta de su error. Había tomado Motril por Calahonda. Marcha atrás.
Se llega frente al llano de Carchuna, lugar señalado para el desembarco. Pero no se divisa la primera embarcación. Están dando bordadas hasta las tres de la madrugada, sin resultado. La primera lancha no se divisa. Deciden emprender el regreso a la base. Se acercan mucho a Calahonda. Tampoco hay rastro. Se dirigen rectos hacia Castell. Al llegar, los reciben el Jefe del Cuerpo de Ejército, Teniente Coronel Galán; el Jefe de Estado Mayor del Cuerpo de Ejército, Teniente Coronel Forés; el Comandante del 218 Batallón, Rafael Barredo. Este Mando, como era natural, estaba indignado, suponiendo quizá que abandonaron a la primera, que aún no había vuelto.
-Tú eres el culpable de todo –dijo Galán al Teniente Ayudante del Jefe de la 71 División.
Que no era culpable lo decían la sinceridad de sus palabras al contestar, con indignación de niño bueno: -No, mi Teniente Coronel. Los he buscado.Y agregó:-No los encontré. Ahí está la gente, que puede hablar.
Se les desarmó. Se les encarceló.Los soldados decían:-Nosotros no somos cobardes. Estamos dispuestos a ir otra vez.
No se desarma y encarcela a los soldados por cobardes, no. Otra razón militar de peso justifica la certera medida del Mando. El golpe hay que darlo. La maniobra tiene que desarrollarse. Los asturianos han de ser rescatados. Y cuanto antes.
Lo que había pasado no podía divulgarse. El secreto militar de la operación, del cual dependían las vidas de los asturianos del Fuerte, obligó a tomar la medida. No podía divulgarse nada. Los soldados--que se sepa--no son cobardes. Pero los soldados saben ser disciplinados. Obedecen al duro mandato. Los Mandos siempre saben más.
Vuelve la primera embarcación. Navegó sin cesar de un sitio a otro. El retraso que sufrió la segunda en salir, la distancia que las separó, una desorientación en el navegar, la obscuridad extendida, les impedía verse y, por tanto, reunirse.
Había fracasado el primer intento.
Continuará
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