Tuesday, March 15, 2011

Celestino de Morata

Saltando de enlace en enlace por Youtube, me encuentro con ésto:

Nada menos que el cabo -luego sargento- Celestino García Montero narrando, con una espontaneidad y una naturalidad ante la cámara pasmosas, su hazaña: el enfrentamiento a bombazo limpio contra una decena larga de tanques italianos, del que sale victorioso tras destruir tres de ellos. Eran los desastrosos días de la retirada de Cataluña, y la República necesitaba héroes para animar a la resistencia de un pueblo agotado ya por más de dos años de guerra.

Veamos lo que cuenta Líster de él:


Del 15 al 25 de diciembre de 1938, el V C.E. se bate desde Montblanch al río Llobregat. Cerca de Santa Coloma de Queralt los italianos atacaban al tercer Bon. de la 9 BM. Delante llevaban 15 tanquetas. En ese momento surge el héroe: se llama Celestino García Moreno. Es un campesino de Morata de Tajuña y cabo de la Sección Especial de la 9ª Brigada de la 11 División. Con el cinto rodeado de bombas, salta la trinchera, se lanza contra lo tanques, destroza tres y hace huir a los otros doce, regresando a nuestras líneas con cuatro prisioneros italianos: capitán Osvaldo Arpaia, teniente Mario Ricci, y sargentos Narino Rogioni y Nello Mangiacapra, pertenecientes al Reagrupamiento Carristi, agregado a la División Littorio que atacaba el sector.


Quizá no todo fue tan limpio, pues según J.M.Reverte, a uno de los prisioneros (Ricci) se le daría matarile en el sitio.


Modesto nos ilustra mas sobre la gesta y nos explica por qué en el film el héroe aparece con la mano vendada:

En la tarde de ese día [17 de enero de 1939] esperaba al cabo Celestino García. Me lo enviaba, a petición mía, el jefe de la 11 división, Joaquín Rodríguez, quien la tarde anterior había traído a mi puesto de mando la tripulación de un tanque italiano capturada por Celestino y me contó su hazaña-

-Viene del “Thaelmann” - me dijo Rodríguez- y ahora está en la compañía especial de la 9 brigada. Fíjate el regalo que nos ha traído: estos cuatro pajes.

En efecto allí estaban capitán, teniente y dos sargentos, que aún no habían salido de su asombro y no les llegaba la camisa al cuerpo.

Los hizo prisioneros Celestino de la siguiente manera: atacaban trece tanquetas. Después de inutilizar la de cabeza (las otras doce “chaquetearon”), se llegó a ella y los mandó salir golpeando con el fusil. Al no obtener contestación, cogió el pico de la propia tanqueta y violentó la puerta sacando a los ocupantes.


[…]


En este periodo de la lucha en Cataluña, los combatientes del Ebro y sus cuadros de mando seguían batiéndose contra el enemigo con la decisión y la adhesión que los caracterizaba, aunque con más dificultades que nunca.

Celestino era uno de ellos. Ahora estaba con nosotros. Conversamos con él Francisco Antón, Sánchez Rodríguez, el teniente coronel Goiri, el poeta Pedro Garfias […], entre otros.

-Cuéntanos, camarada sargento Celestino -porque ya eres sargento- cómo diriges tu escuadra de cazadores de tanques.

-Después de elegir el sitio antes, o cuando aparecen y vemos por dónde vienen, avanzamos hacia ellos, escogiendo un sitio como en la caza al acecho.

-¿Y cómo sitúas a la escuadra?

-Yo me pongo delante con una bomba en la mano; las demás me las quito (Celestino llevaba cuatro o cinco al cinto) y hacemos el cordón, pasándonos la bomba uno a otro hasta que llega a mí. Tomo la que voy a tirar y le quito el seguro (lo que hizo).

-¡Ten cuidado!

-No pasa nada, se lo pongo.

Y se dispuso a hacerlo, pero no se por qué se le movió el sifón y comenzó a quemar la pólvora que lleva el fulminante, haciendo su sonido característico.

-¡Cuerpo a tierra! -ordené -¡Desenrosca, Celestino!

-Síííí..

Quitó velozmente el cuerpo superior del artefacto del que arrancó el potente fulminante, y lanzó la bomba corredor adelante, apretando aquel entre sus manos. Yo estaba a su lado siguiendo la operación.

La explosión fue ruidosa. Celestino salió con las manos y el bajo vientre acribillados, pero, afortunadamente sin gravedad, por lo abrigado que iba. A mí se me clavaron unas esquirlas en la frente. Pedro Garfias, en la habitación de al lado apareció con una, por cierto muy escandalosa, clavada en el brazo. Nos miró a todos y salió diciendo: ¡Ahora vuelvo!

Veinte minutos después, cuando seguíamos hablando y riendo todos con Celestino, apareció Garfias y leyó un poema de gran belleza dedicado al héroe.

-Ahora te vas a Barcelona, sargento. Van a recibirte Negrín y Rojo. Tienes quince días de permiso para ir a ver a tus padres y a tu novia en Madrid.


Celestino estaba emocionado. Nosotros también. Despedimos al héroe con un fuerte abrazo.


La gesta de Celestino también aparecería citada en el parte oficial, así como en la prensa, de la que podemos leer sobre él en la primera plana de La Vanguardia:

http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/1939/01/18/pagina-1/33120485/pdf.html

Gracias a la hemeroteca digital de dicho periódico podemos conocer a qué se refiere Celestino con “todo eso lo hicieron en Santa Coloma”. Se refiere al fusilamiento por parte de las tropas italianas de un grupo de campesinos en el pueblo catalán.

Como triste epílogo a la historia del antitanquista, hacer mención a su muerte: fusilado junto a otros 79 compañeros en las tapias del Cementerio del Este en Madrid, 14 de junio de 1939.


Sea como sea, ole tus huevos, Celestino.

Nueva época en el Blog

Reabrimos, señores. Nada de rol ya, a partir de ahora iré colgando por aquí, con la periodicidad vaga y caótica que me caracteriza, curiosidades que merezcan ser rescatadas sobre la Guerra Civil de 1936-1939.

Un saludo a todos los lectores, que se que los hay, conocidos y desconocidos.

Luis.

Sunday, December 23, 2007

Epílogo


El cielo tronaba en la última noche del mayor San Rafael en España. Pero no se trataba de una tormenta de primavera. No. Era el fuego antiaéreo lo que hacía iluminarse el horizonte. Las deflagraciones hacían que extrañas sombras se proyectasen en su rostro. Su asistente le decía algo, pero él estaba demasiado absorto en sus pensamientos como para hacerle caso. Pese a los discursos triunfalistas y las declaraciones a la prensa, era muy consciente de que ese campo de aviación sería el último suelo español que pisaría en mucho tiempo. Bajó la vista: asfalto manchado de grasa. Ni siquiera podría conservar un puñado de tierra, como hicieron muchos de sus camaradas en la frontera francesa, tres meses atrás. El segundo exilio en menos de tres meses. Difícil de soportar, después de haber luchado tanto, de haber vivido tan intensamente el sueño republicano. Ahora esos exiguos kilómetros cuadrados de la provincia de Alicante eran el último pedazo libre de España. Y en pocas horas, ya no lo serían más. Sintió que le vencía el llanto.

Peláez, su asistente, le zarandeó: -¡Camarada comandante! Tenemos que irnos ya.
San Rafael le miró a los ojos, y pudo palpar el pánico en el rostro del joven soldado, descamisado y cargado de documentos. Apretó los dientes. No podía permitirse ni aún ahora que le viesen llorar.

Corrieron al bimotor, que los esperaba en marcha. El ruido de la máquina apagó poco a poco el rugir de la batalla. Juan Mari, su viejo compañero, se apartó de la escalerilla para dejar paso al angustiado Peláez. Juan Mari le señaló con un gesto grave a una figura que esperaba erguida junto a él. San Rafael comprendió al instante. Se trataba de Antonio Jurado, el jefe de su escolta. Él y sus hombres se quedaban en tierra, protegiendo la partida de los últimos aviones.

-Antoñete… Sois los más valientes entre los valientes. Nunca os olvidaremos.
La voz de Juan Mari temblaba mientras le tendía la mano. Jurado le miró y se echó a sus brazos mientras musitaba algo ininteligible. Luego abrazó también a San Rafael durante unos segundos que le parecieron eternos. Estaba abrazando a un cadáver. Entonces pudo oír lo que susurraba: Puta guerra, joder, puta guerra…


Cuando se recompuso, saludó marcialmente a sus superiores. Los oficiales devolvieron el saludo y subieron la escalerilla. La puerta se cerró herméticamente tras ellos. Tras el despegue, y a pesar del ruido y la falta de espacio, una somnolencia se apoderó de San Rafael. Los tres días sin tiempo siquiera para dormir pasaban factura. Se durmió en el incómodo asiento dándole vueltas a la imagen de aquel hombre que quedaba en tierra, solo, firme, saludando con el puño alzado. Ese hombre harapiento era el vivo reflejo de la derrota, pero también de algo más. Carlos San Rafael, el mecánico analfabeto ascendido a mayor del Ejército Popular Republicano, no supo encontrar la palabra exacta para definir ese algo.

La palabra era dignidad.

Thursday, August 23, 2007

Franco entra en Madrid

Casi tres años después de su primer asalto, los rebeldes logran entrar en la emeblemática Madrid. Tras la lucha entre los casadistas y los negrinistas, la ciudad, con su millón de bocas hambrientas, foco de desmoralización tras el interminable cerco, se ha convertido en una posición insostenible para el Comité de Resistencia. Romero, Barceló, Paredes y San Rafael, sus miembros, deciden evacuarla de toda persona que pueda ser asesinada por el enemigo por motivos políticos, y, hecho esto, abandonarla, retirarse a una primera línea de defensa en el Jarama, para proceder a la retirada escalonada.
Las tropas de Franco reciben un poderoso revulsivo moral. He aquí las tristes imágenes de Madrid conquistada.

El republicano coronel Prada se rinde en la Ciudad Universitaria. Aquí lo vemos en el crucial momento, frente al coronel franquista Losas (con chilaba).


Por fin, los moros pisan Madrid. Aquí, descansando en la Plaza Mayor.

La hora de la traición


¡Atención, señores radioyentes!
Habla don Julián Besteiro, que no necesita presentación:

Ha llegado el momento de irrumpir con la verdad (...). El Gobierno del señor Negrín(...) no puede aspirar a otra cosa que a ganar tiempo...

Y esa política de aplazamiento no puede tener otra finalidad que alimentar la morbosa creencia de que la complicación de la vida internacional desencadene una catástrofe de proporciones universales(...).

Habla el Coronel Segismundo Casado:


Escoged(...) entre la paz en provecho de España o la guerra al servicio de la locura imperialista.

Habla Cipriano Mera:
A partir de este momento, conciudadanos, España tiene un Gobierno y una misión: la paz.
[...]

Saturday, August 18, 2007

Vehículos (X): Tanque pesado/de caballería BT-5

Octubre de 1937. Por las llanuras de Fuentes del Ebro medio centenar de carros de combate cargan en una alocada carrera. Su objetivo: Zaragoza. Sobre el chasis de cada tanque se apiña una decena de soldados republicanos, en un ensayo de lo que será la táctica soviética de los “jinetes de carros”, utilizada ampliamente en la Segunda Guerra Mundial. El terreno se vuelve pantanoso, y los veloces tanques quedan atrapados en el barro, siendo presa fácil de los franquistas de la 150 División. Los infantes republicanos mueren inermes, aislados del resto de sus camaradas. La operación es un fracaso sin paliativos.

Esta arriesgada intervención será la responsable de que el BT-5 –pues de ese carro se trata-, probablemente el mejor tanque empleado en la Guerra Civil, sea marginado a favor de los T-26, considerándosele injustamente como un diseño defectuoso. Nada más lejos de la realidad. El BT-5 era un carro excelente, que alcanzaba velocidades endiabladas (hasta 90 km/h en carretera), con un innovador diseño en las cadenas que permitía su rápido desmontaje para ser utilizado sobre las ruedas en terrenos favorables. Se armaba con una torreta idéntica a la de los T-26, con el excelente cañón soviético de 45 mm y una ametralladora DT de 7,62 mm. La República recibió al menos 50, de los que la mayoría se perdieron o fueron capturados en la ofensiva sobre Zaragoza o en la batalla del Ebro.

Thursday, August 16, 2007

El XIV Cuerpo de Ejército Guerrillero


La idea de formar unidades especiales, destinadas a penetrar en la retaguardia nacional enemiga, para provocar actos de sabotaje, sembrar propaganda, ejercer represalias y atraer a los adictos, un poco al modo de los que se llamarían luego “comandos” en la Segunda Guerra Mundial, había nacido bastante atrás, exactamente en 1937, aunque su organización efectiva se retrasase hasta febrero del año siguiente. La misión encomendada a estas unidades de “guerrilleros” exigía que el personal que las formase fuese muy seleccionado, con veteranos curtidos y, naturalmente, de toda confianza política: prácticamente comunistas, dada la mentalidad imperante en Defensa a lo largo de 1938 y 1939.

Tras varias alteraciones en su estructuración y la desaparición de algunas de estas especiales fuerzas como consecuencia de los avances nacionales, en marzo de 1939 los “guerrilleros” aparecían constituyendo un llamado, ficticiamente, XIV Cuerpo de Ejército, nombre absolutamente convencional, así como sus simbólicas cuatro Divisiones (compuestas sólo de unos 600 hombres), cada una con cuatro brigadas (de 150 hombres), a tres grupos.

[…]

Estas fuerzas, desconocidas prácticamente por los más hasta estos días de marzo de 1939, de labor habitual callada, arriesgada y creemos que de poca eficacia, van a pasar, de súbito, a primer plano, pues su papel se convertirá, por los azares de la suerte, en fundamental; al menos el de una de las Divisiones, ya que las otras se verán imposibilitadas de todo desplazamiento.

Papel, repetimos, importantísimo, que alcanzará pronto su cenit en una lucha regular, frente a frente, con un enconado enemigo, igualmente republicano.

J.M. Martínez Bande, El final de la Guerra Civil

Saturday, August 11, 2007

Adiós a Modesto


Cuando salimos de España nos separamos de amigos inolvidables y camaradas entrañables, a muchos de los cuales no volveríamos a ver.

Siguieron en el país, o volvieron a él, para proseguir en las nuevas condiciones la misión [...] en las entrañas del pueblo, en la lucha por la libertad.

Ellos son nuestro orgullo.



Juan Modesto, Soy del Quinto Regimiento

Tuesday, July 31, 2007

Adios a los Internacionales

28 de Octubre de 1938. La República despide a los Internacionales. Texto y fotografías de unos momentos inolvidables para quienes los vivieron.

[...]

Pero hoy es el día de la despedida de las Brigadas Internacionales y toda la aviación de caza republicana está protegiendo su desfile, para que nadie consiga amargar la fiesta en la que los barceloneses cubren de flores la avenida Diagonal al paso de un desfile que es poco marcial. Robert Capa, que ha vuelto de China hace unas semanas, no cesa de disparar con su Leica para captar las imágenes de la despedida, de las flores que llegan hasta los tobillos de los hombres que se van, de sus marciales posturas al desfilar, de las lágrimas que corren por sus ojos.

J.M. Reverte, La Batalla del Ebro


* * *

Hasta pronto hermanos

Es muy difícil pronunciar unas palabras de despedida dirigidas a los héroes de las Brigadas Internacionales, por lo que son y por lo que representan.

Un sentimiento de angustia, de dolor infinito, sube a nuestras gargantas atenazándolas... Angustia por los que se van, soldados del más alto ideal de redención humana, desterrados de su patria, perseguidos por la tiranía de todos los pueblos...

Dolor por los que se quedan aquí para siempre, fundiéndose con nuestra tierra y viviendo en lo más hondo de nuestro corazón aureolados por el sentimiento de nuestra eterna gratitud.

De todos los pueblos y todas las razas, vinisteis a nosotros como hermanos nuestros, como hijos de la España inmortal, y en los días más duros de nuestra guerra, cuando la capital de la República española se hallaba amenazada, fuisteis vosotros, bravos camaradas de las Brigadas Internacionales, quienes contribuisteis a salvarla con vuestro entusiasmo combativo y vuestro heroísmo y espíritu de sacrificio.

Y Jarama y Guadalajara, y Brunete y Belchite, y Levante y el Ebro cantan con estrofas inmortales el valor, la abnegación, la bravura, la disciplina de los hombres de las Brigadas Internacionales.

Por primera vez en la historia de las luchas de los pueblos se ha dado el espectáculo, asombroso por su grandeza, de la formación de las Brigadas Internacionales para ayudar a salvar la libertad y la independencia de un país amenazado, de nuestra España.

Comunistas, socialistas, anarquistas, republicanos, hombres de distinto color, de ideología diferente, de religiones antagónicas, pero amando todos ellos profundamente la libertad y la justicia, vinieron a ofrecerse a nosotros incondicionalmente.

Nos lo daban todo; su juventud o su madurez o su experiencia; su sangre y su vida, sus esperanzas y sus anhelos... Y nada nos pedían. Es decir, sí: querían un puesto en la lucha, anhelaban el honor de morir por nosotros.

¡Banderas de España!... ¡Saludad a tantos héroes, inclinaos ante tantos mártires!...

¡Madres!... ¡Mujeres! Cuando los años pasen y las heridas de la guerra se vayan restañando; cuando el recuerdo de los días dolorosos y sangrientos se esfume en un presente de libertad, de paz y de bienestar; cuando los rencores se vayan atenuando y el orgullo de la patria libre sea igualmente sentido por todos los españoles, hablad a vuestros hijos; habladles de estos hombres de las Brigadas Internacionales.

Contadles cómo, atravesando mares y montañas, salvando fronteras erizadas de bayonetas, vigiladas por perros rabiosos deseosos de clavar en ellos sus dientes, llegaron a nuestra patria como cruzados de la libertad, a luchar y a morir por la libertad y la independencia de España, amenazadas por el fascismo alemán e italiano. Lo abandonaron todo: cariños, patria, hogar, fortuna, madre, mujer, hermanos, hijos y vinieron a nosotros a decirnos: «¡Aquí estamos»!, vuestra causa, la causa de España es nuestra misma causa, es la causa de toda la humanidad avanzada y progresiva».

Hoy se van; muchos, millares, se quedan teniendo como sudario la tierra de España, el recuerdo saturado de honda emoción de todos los españoles.

¡Camaradas de las Brigadas Internacionales! Razones políticas, razones de Estado, la salud de esa misma causa por la cual vosotros ofrecisteis vuestra sangre con generosidad sin límites os hacen volver a vuestras patrias a unos, a la forzada emigración a otros. Podéis marcharos orgullosos. Sois la historia, sois la leyenda, sois el ejemplo heroico de la solidaridad y de la universalidad de la democracia, frente al espíritu vil y acomodaticios de los que interpretan los principios democráticos mirando hacia las cajas de caudales o hacia las acciones industriales que quieren salvar de todo riesgo.

No os olvidaremos, y, cuando el olivo de la paz florezca, entrelazado con los laureles de la victoria de la República española, ¡volved!...

Volved a nuestro lado, que aquí encontraréis patria los que no tenéis patria, amigos, los que tenéis que vivir privados de amistad, y todos, todos, el cariño y el agradecimiento de todo el pueblo español, que hoy y mañana gritará con entusiasmo: ¡Vivan los héroes de las Brigadas Internacionales!

Dolores Ibárruri, Pasionaria, discurso de despedida a las Brigadas Internacionales.

Y ahora os dejo con un documento único: un noticiario inglés sobre las ceremonias de despedida de los voluntarios internacionales, en los que se puede ver a un personaje bastante conocido por estos lares: Juan Modesto, mostrando su lado más humano, casi incapaz de contener el llanto ante el adiós a los héroes.