La idea de formar unidades especiales, destinadas a penetrar en la retaguardia nacional enemiga, para provocar actos de sabotaje, sembrar propaganda, ejercer represalias y atraer a los adictos, un poco al modo de los que se llamarían luego “comandos” en la Segunda Guerra Mundial, había nacido bastante atrás, exactamente en 1937, aunque su organización efectiva se retrasase hasta febrero del año siguiente. La misión encomendada a estas unidades de “guerrilleros” exigía que el personal que las formase fuese muy seleccionado, con veteranos curtidos y, naturalmente, de toda confianza política: prácticamente comunistas, dada la mentalidad imperante en Defensa a lo largo de 1938 y 1939.
Tras varias alteraciones en su estructuración y la desaparición de algunas de estas especiales fuerzas como consecuencia de los avances nacionales, en marzo de 1939 los “guerrilleros” aparecían constituyendo un llamado, ficticiamente, XIV Cuerpo de Ejército, nombre absolutamente convencional, así como sus simbólicas cuatro Divisiones (compuestas sólo de unos 600 hombres), cada una con cuatro brigadas (de 150 hombres), a tres grupos.
Tras varias alteraciones en su estructuración y la desaparición de algunas de estas especiales fuerzas como consecuencia de los avances nacionales, en marzo de 1939 los “guerrilleros” aparecían constituyendo un llamado, ficticiamente, XIV Cuerpo de Ejército, nombre absolutamente convencional, así como sus simbólicas cuatro Divisiones (compuestas sólo de unos 600 hombres), cada una con cuatro brigadas (de 150 hombres), a tres grupos.
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Estas fuerzas, desconocidas prácticamente por los más hasta estos días de marzo de 1939, de labor habitual callada, arriesgada y creemos que de poca eficacia, van a pasar, de súbito, a primer plano, pues su papel se convertirá, por los azares de la suerte, en fundamental; al menos el de una de las Divisiones, ya que las otras se verán imposibilitadas de todo desplazamiento.
Papel, repetimos, importantísimo, que alcanzará pronto su cenit en una lucha regular, frente a frente, con un enconado enemigo, igualmente republicano.
J.M. Martínez Bande, El final de la Guerra Civil
Papel, repetimos, importantísimo, que alcanzará pronto su cenit en una lucha regular, frente a frente, con un enconado enemigo, igualmente republicano.
J.M. Martínez Bande, El final de la Guerra Civil
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