Sunday, August 20, 2006

In memoriam.


Canción final

Ya viene la noche.

Golpean rayos de luna sobre el
yunque de la tarde.

Ya viene la noche.

Un árbol grande se abriga
con palabras de cantares.

Ya viene la noche.

Si tú vinieras a
verme por los senderos del aire.

Ya viene la noche,


Me encontrarías llorando

bajo los álamos grandes.

¡Ay morena!

bajo los álamos grandes.

Federico García Lorca. Asesinado hace 70 años.

Saturday, August 19, 2006

Vehículos (II): Autoametralladora Bilbao


Vehículo blindado Bilbao modelo 1932

Los Bilbao, fueron construidos por la Sociedad Española de Construcción Naval (SECN) Sestao, (Bilbao). El diseño había sido producido por un ingeniero de SECN en colaboración con un capitán del cuerpo de Asalto.
El vehículo está basado en el Dodge 4x2 1930 de Detroit(E.E.U.U.) del que se aprovechó el chasis, el motor, la caja de engranajes, y las ruedas de Chrysler usando solamente los guardabarros, las luces y el tope delantero de la carrocería del vehículo, al que se le dotó de una torreta con una ametralladora Hotchkiss de 7 mm. Una viga de hierro en forma de' T ' fue montada en el chasis, y las placas de acero fueron clavadas en él, formando su estructura.
Fue el vehículo blindado escogido para dotar a los Guardias de Asalto.
Fueron las autoametralladoras Bilbao (que en un número de 41 habían quedado en manos gubernamentales) los que más efectividad demostraron en los momentos iniciales del conflicto.

En nuestra crónica es el vehículo que Alfredo Alcázar y sus compañeros de Asalto utilizan para intentar irrumpir en el Cuartel de la Montaña.

Vehículos (I): Renault FT-17

Renault FT-17

El Renault FT 17 fue, uno de los mejores tanques de la I Guerra Mundial, aportando además novedades de diseño que luego serían incorporadas por otros fabricantes posteriores. Su gran novedad será el montar los componentes directamente sobre el casco, que aparece coronado por una torreta capaz de girar 360º. En ella, un cañón de 37 mm. o una ametralladora servían de instrumento de ataque.

Los FT-17 españoles se adquirieron a Francia para la guerra de Marruecos, de la que sobrevivieron diez ejemplares. Pese a ser un carro de probada fama internacional estaba muy anticuado cuando la Guerra Civil estalló(¡su velocidad máxima eran 7,5 kms/h!), y no fue utilizado racionalmente por los contendientes.

En nuestra crónica los FT-17 son los vetustos carros de combate que intervienen en la toma del Cuartel de la Montaña.

Friday, August 18, 2006

Hijos del Pueblo. Julio de 1936, Madrid.

Pelayo Fierro y Juan Mari Paredes rumbo al Cuartel de la Montaña. Julio 1936.


Hijo del pueblo, te oprimen cadenas,
y esa injusticia no puede seguir;
si tu existencia es un mundo de penas
antes que esclavo prefiere morir.
En la batalla, la hiena fascista
por nuestro esfuerzo sucumbirá;
y el pueblo entero, con los anarquistas,
hará que triunfe la libertad.
Himno anarquista(escuchar)

Thursday, August 17, 2006

Armas (IV): Rifle Winchester


Rifle Winchester

El rifle Winchester de palanca nace durante la Guerra de Secesión norteamericana. Este rifle es emblemático en la última parte de la guerra y da una gran ventaja a la caballería de la Unión, pudiendo un soldado disparar doce veces por minuto con total seguridad frente a los tres disparos que puede hacer un soldado de infantería armado con fusil de percusión, en la posguerra americana se terminara de forjar la leyenda del Winchester 44. Es el fusil por excelencia de los westerns.

En España se fabricaron varios modelos de la casa Winchester: Una tercerola para caballería del calibre 44 modelo 1873 en la Fábrica de armas de Oviedo, y que no sería impensable se usara en la Guerra Civil. La fábrica de armas de Oviedo fabricó un modelo 1873 Winchester de 11 mm. Con el que se armó a la Guardia Real y a algunas dotaciones de Carabineros y de la Guardia Civil. Pero por sus escaso número no influyó en el armamento general militar. Y la carabina "Tigre" modelo 1923 copia del rifle Winchester modelo 1892. La Guardia Civil y la policía de ferrocarriles, usaron fundamentalmente esta arma. Por otro lado puede que se importaran algunas piezas de este rifle de terceros países, incluso de los mismos EE.UU.


En nuestra crónica es el arma empleada por el miliciano conocido como "Pancho Villa"

Armas (III): Fusil Máuser Español m1893.

Fusil Máuser Español
Declarado reglamentario en el Ejercito Español por R.D. de 30 de Noviembre de 1892 con la denominación "Fusil Mauser Español, modelo 1892". Posteriormente, tras sufrir diversas modificaciones, entre ellas la colocación de los cartuchos "al tresbolillo" en el deposito, se declaró en el R.D. de 7 de Diciembre de 1893 nuevamente como Reglamentario, modificando su denominación, que pasó a ser definitiva como Fusil Mauser Español, modelo 1893.
El primer modelo que salió de la fabrica de Oviedo lo hizo en 1896 y pronto demostró su eficacia en la Guerra de Cuba, Filipinas y en el Norte de África.
Estas armas tenían establecido un periodo de duración de 25 años y su cañón podía disparar con precisión aceptable hasta 10.000 cartuchos. Soportaba un fuego continuo, sin que por ello resultase afectada su precisión y su funcionamiento quedaba asegurado en las peores condiciones climatológicas. Su entretenimiento era sencillo y podía pasarse largos periodos de tiempo y fuego sin limpiar ni engrasar. Resistentes a las caídas y golpes, estar armas eran ideales para el empleo de la infantería.
En nuestra crónica es el fusil mas común. Son fusiles Máuser los que suministra el Gobierno a los civiles, los que porta la Guardia Civil, la Guardia de Asalto, el Ejército...

Armas (II): Pistola Astra 400

Armas (II): Pistola Astra 400

Pistola Astra 400, m1921 "Astrona" o “Puro”Declarada Reglamentaria en el Ejercito Español el día 26 de Septiembre de 1921, al resultar ganadora del concurso convocado el 9 de Febrero de 1921 para sustituir a las pistolas Bergmann y Campo-Giro, reglamentarias en ese momento. Poco después paso también a ser Reglamentaria en el el Cuerpo de carabineros (13-10-1922)Esta pistola oficialmente fue denominada "Pistola de 9 mm modelo 1921", pero la casa fabricante Esperanza y Unceta la llamó "Astra modelo 400", siendo conocida de ambas maneras indistintamente; siendo sus sobrenombres mas comunes durante la Guerra "Astrona" y "Puro".Arma concienzudamente construida de gran resistencia y fiabilidad, es fácilmente reconocible por su característico cañón tubular. Posee un doble sistema de seguridad (seguro manual y seguro de empuñadura), martillo percutor oculto y ventana de extracción a la derecha.Durante la Guerra Civil se fabricaron dos modelos en la zona republicana, una de ellas en Valencia (reconocible por la estampación en las cachas de las iniciales R.E.) y otra en Tarrasa (Barcelona), que cambio la denominación de la pistola a "F.Ascaso" y fue entregada a las milicias anarquistas. La única diferencia con las originales, además de la estampación, consistía en las estrías. Mientras la original tiene una vuelta de 24 cm, la fabricada en Tarrasa lo hace en 31 cm y la valenciana en 26 cm.Finalizada nuestra Guerra Civil esta pistola fue vendida al Ejercito Alemán durante la 2ª Guerra Mundial, siendo muy apreciada su calidad y su excelente funcionamiento ante las mas adversas condiciones.Dejo de ser Reglamentaria en 1946, aunque siguió usada en muchas unidades militares durante muchos años.Las cachas eran de asta de búfalo a principio de su fabricación y de madera de nogal cuadrillada las que se fabricaron durante la Guerra Civil.
En nuestra crónica es el arma que el Capitán Urbano Orad de la Torre obsequia a Carlos San Rafael por conducir su cañón hasta el Cuartel de la Montaña.

Armas (I): Pistola Star "Sindicalista"

En éste apartado (Armas) describiremos algunas de las armas que vayan apareciendo en la crónica, intentando colgar fotografías y todos los datos posibles del arma en cuestión.

Pistola Star m. 1919, "Sindicalista"
La más conocida y utilizada de todos los modelos civiles de pistolas Star(marca española, de Éibar, Bonifacio-Echevarría S.A.) era la conocida como "Sindicalista" (por ser utilizada por los pistoleros anarco-sindicalistas en Barcelona, Zaragoza, Madrid…), que tenia calibre 7,65 mm y era oficialmente conocida como Star, modelo 1919.

Este arma, según cuentan algunos miembros de organizaciones anarquistas en sus propias biografias, solía, gracias a su pequeño tamaño, ser portada atada con una cuerda. Esta cuerda se enrollaba en la cintura y la pistola se llevaba colgando a lo largo de la pernera del pantalón. En caso de necesitar "su utilización" se accedía a ella a través de un agujero previamente practicado en un bolsillo, y una vez finalizados "sus servicios", se volvía a introducir por ese mismo agujero, sirviendo esta treta para despistar a la Policía cuando realizaban cacheos superficiales.
En nuestra crónica es el arma empleada por Juan Mari paredes y muchos de sus compañeros de sindicato antes de hacerse con los arsenales gubernamentales.

Wednesday, August 16, 2006

Mapa de Madrid, 1936-1939

Ahí va un mapa del Madrid en guerra. He señalado algunos hitos de importancia en la partida:


1) Cuartel de Pontejos. Cuartel de la guardia de Asalto a donde pertenece Alfredo Alcázar.
2) Casa Mingo. Restaurante donde se reúne la comunidad asturiana. Cocina asturiana.
3) Calle del Buen Suceso (Pensión donde se hospeda Pelayo)
4) Calle Mesonero Romanos (Pensión donde se hospeda Mikel Azkoia)
5) Talleres Elías(Lugar de trabajo de Carlos San Rafael)
6) Cuartel de la Montaña
7) Ministerio de Guerra (Palacio de Buenavista)
8) Sede de la CNT (Calle de la Luna, 11)


Convendría que Carlos San Rafael, Juan Mari Paredes y Alfredo Alcázar me indicasen dónde viven (podéis consultar un callejero actual de Madrid, la mayoría de las calles importantes recuperaron sus nombres originarios tras la Transición).

Tuesday, August 15, 2006

El Cuartel de la Montaña


We found an odd gun,
We brought it up on a truck from a beer-factory.
We rushed the Montaña barracks
With some old pistols and our bare hands
Through the swivelling machine-gun fire.
I was there.
I saw the officers cowering,
Their faces chalked with fear.

(Encontramos un cañón solitario,/y lo montamos en un camión de cervezas./Corrimos hacia el Cuartel de la Montaña/con algunas pistolas viejas y nuestras manos desnudas/desafiando el fuego de las ametralladoras./Yo estaba allí./Yo vi el terror de los oficiales/en sus caras pálidas de miedo.)

Jack Lindsay, testigo del asalto al Cuartel de la Montaña, en On guard from Spain!.

Prólogo: Carlos San Rafael, joven mecánico

18 de Julio de 1936

Julio en Madrid. Quien no ha pasado un verano trabajando a 40 grados a la sombra no sabe lo que es el infierno. Y ese ogro grasiento de don Elías no para de gritarme órdenes, como si fuese su esclavo en lugar de su empleado. Y quizá no ande equivocado, porque llevo dos meses trabajando gratis, no he visto ni un real del sueldo. Hemos terminado de reparar el camión de la cervecería de don Paco, amigo de mi tiránico jefe, pero la jornada no ha hecho más que comenzar. Espero poder tomarme una semana libre en Agosto, si no voy a acabar desquiciado.

Un momento… ¿Qué es ese griterío en la calle? Dejo la llave inglesa sobre el capó del camión y me acerco a la puerta. Un gentío se dirige, Calle Hortaleza abajo, hacia la Gran Vía. Me parece distinguir siluetas de cascos de acero entre la multitud, cuando la aguardientosa voz de don Elías grazna “Vuelve al trabajo, haragán”. Reprimo una mala mirada y vuelvo resignado al tajo. Pero alguien aparece por la puerta. Una figura corpulenta, en camiseta interior, y con un fusil terciado a la espalda.

-¿Quién está a cargo de este negocio? – grita el hombre al entrar. Don Elías se levanta trabajosamente, y emite un sorprendido “Yo”

-Necesitamos un vehículo, camarada, se ha averiado uno de los camiones que arrastran la artillería.

-¿Artillería? ¿Qué artillería?

-¿Es que no lo sabe? ¡Ha estallado la Revolución!

-Por mí como si viene el Papa de Roma. Yo no soy una hermanita de la caridad. Si quiere un camión, lo paga.

-¿Se atreve a poner resistencia? – el hombre echó mano del fusil.

En estas estaban cuando una nueva figura entró en escena. Un militar, perfectamente uniformado, joven, de ojos grandes y fino bigote. Tenía una gorra de plato de oficial inclinada sobre la cabeza, lo que realzaba su apostura.

-Vamos a ver, Remigio. ¿Qué está ocurriendo aquí?

-Este tipo, Capitán, que se niega a proporcionarnos el camión que necesitamos.

-¿Es eso cierto? – preguntó el Capitán a mi jefe - ¿opone resistencia al ejército de la República y al pueblo de Madrid en armas?

-No es eso, señor, pero es que este camión es propiedad de un amigo, y no quisiera…

El tal Remigio le espetó – ¿Es que no sabe que la propiedad es un robo? – y le arrebató las llaves del cinturón.

El capitán me echó una mirada

Muchacho – me dijo en un tono amable y tranquilizador, con una sonrisa en el rostro - ¿Sabes conducir?

Prólogo: Mikel Azkoia, fotógrafo vasco

17 de Julio de 1936

Descargó el equipaje de su taxi y un mozo le ayudó a llevarlo a la mezquina pensión de la Calle Mesonero Romanos, al lado de la Gran Vía. Si todo iba como debería, en los próximos días Mikel iba a hacer el reportaje de su vida. Había salido de su Bilbao natal hacía mas de quince horas y estaba agotado, y las próximas jornadas se prometían movidas. Le dio un real de propina al mozo mientras se instalaba en el cuartucho que el periódico vizcaíno El Liberal le había alquilado para que se alojase durante los próximos cinco días. Parece ser que a la redacción habían llegado rumores de que unos militares de derechas se iban a alzar contra el gobierno recientemente constituido del Frente Popular. Las cosas habían estado bastante agitadas los últimos meses, y en la semana anterior habían adquirido un ritmo vertiginoso. Un teniente de la Guardia de Asalto de izquierdas había sido tiroteado, y, en respuesta, el diputado monárquico Calvo Sotelo también había sido “paseado”. Los dirigentes mas exaltados de la derecha habían sugerido implicaciones de miembros del gobierno en el asesinato, perpetrado, al parecer, por Guardias de Asalto, compañeros del teniente asesinado. Si finalmente se producía el cuartelazo, sería en Madrid donde podrían captarse las mejores instantáneas de las reacciones de los políticos y del pueblo. Ese reportaje gráfico podría ser lo que consolidase la carrera del joven fotógrafo.

Eran casi las once de la noche, demasiado tarde para cenar en la pensión, por lo que Mikel decidió correr con los gastos y cenar algo en una tasca de la capital, de las que abrían hasta la medianoche. Un compañero le había recomendado una dirección, en la cercana calle de Fuencarral. Dado que nunca había estado en Madrid no le sorprendió el silencio sepulcral que reinaba en la siempre bulliciosa Gran Vía. “Casa Aguirre”. Aquí era. La escena que se le presentó ante sus ojos le sorpendió: un grupo de clientes, apurando sus últimos vinos, en completo silencio alrededor del transistor del local. Pero fueron las palabras del locutor lo que hizo estremecerse al joven vizcaíno:

“… repetimos: los conatos de rebelión se han circunscrito únicamente al Protectorado. Nadie, repetimos, nadie, se ha sumado en la Península al tan despreciable iniciativa. Permanezcan a la escucha.”

Y después el silencio, y música clásica, que se prolongaría inquietantemente durante muchas, demasiadas horas.

Prólogo: Pelayo Fierro, minero asturiano


17 de Julio de 1936

Pelayo Fierro apuró su sidra con un gesto grave pero resignado. Las cosas no pintaban nada bien. Desde que había salido de la cárcel con la amnistía de Febrero no había levantado cabeza. Necesitaba dinero imperiosamente, para pagar de una maldita vez las multas y comprar el billete para su Asturias natal. Los del sindicato le habían ayudado bastante, pagándole una pensión en la Calle Princesa, sobre todo aquel zagal, Juan Mari, por quien sentía cierta simpatía por ser de padres asturianos. Pero aún así no podían darle un trabajo decente, y hasta que no lo encontrase, se pudriría en Madrid hasta quién sabe cuándo. Por si fuera poco, los rumores de golpe de estado eran cada vez mas insistentes, y en el sindicato andaban más que preocupados. Aunque, pensándolo en frío, tal vez no fuese tan grave. En caso de sublevación se abrirían nuevas puertas para hacer la Revolución. Ahora no les tomarían desprevenidos como en el 34. Ahora iba a ser distinto. Tenía que serlo.

Pero, de cualquier modo, hacer la Revolución en Madrid no le hacía ninguna gracia. Le agobiaban las grandes ciudades. Ojalá el golpe cayese un par de meses después al menos, esa era su esperanza, aunque sabía que sería difícil verla cumplida. El sindicato se estaba armando, eso era evidente. Pelayo callaba, pero veía y comprendía muchas cosas, aunque en ocasiones le trataran como un ignorante pueblerino. Había visto descargar pesadas cajas de los maleteros de los coches del sindicato, y podía reconocer el olor de la pólvora a kilómetros. Prácticamente la había mamado desde pequeño. Y ese tal Juan Mari, que tan amable se había mostrado con él, andaba involucrado en esos asuntos.

Mientras seguía dando cuenta de la sidra que le fiaba Mingo, el dueño de la tasca, se preguntó por qué quería realmente la Revolución, si por justicia y repartición o simplemente para vengarse de esos salvajes que habían mutilado y asesinado a los asturianos y violado a sus mujeres en el 34. Octubre del 34 lo había cambiado todo, el idealismo había pasado a un segundo plano. La cuestión ahora era personal. En estas estaba cuando reparó en que la tasca había quedado sumida en el silencio, y sólo se oía la voz del locutor en el transistor:

“… repetimos: los conatos de rebelión se han circunscrito únicamente al Protectorado. Nadie, repetimos, nadie, se ha sumado en la Península al tan despreciable iniciativa. Permanezcan a la escucha.”

Y después el silencio, y música clásica, que se prolongaría inquietantemente durante muchas, demasiadas horas.

Pelayo casi se sintió aliviado de que el momento hubiese llegado.

Prólogo: Juan Mari Paredes, pistolero anarquista

17 de Julio de 1936

Juan Mari llevaba casi cuatro días sin pegar ojo, pegado durante toda la noche al transistor de la sede del sindicato, y con él al menos una decena de sus compañeros. Desde que se cargaron a ese cabrón fascista de Calvo Sotelo la tensión que imperaba desde Febrero se había multiplicado. Parecía que la Revolución era inminente. Los militares llevaban amenazando con sublevarse desde que las izquierdas ganaron las elecciones, y el gobierno parecía no hacer nada al respecto, de modo que la responsabilidad de defenderse y defender la Revolución recaería sobre las organizaciones obreras. Y esta vez estarían preparados, no como en el 34. Los escrúpulos de entonces habrían de dejarse a un lado, y habría que luchar por la Revolución con todas las fuerzas disponibles. Era ahora o nunca. Muchos en el sindicato opinaban que lo de las armas era un asunto turbio, pero Juan Mari no lo veía así, sino como una cuestión de supervivencia. Él mismo había sido el promotor de la idea de adquirir una cierta cantidad de armas de fuego con los fondos de la CNT para los días que estaban por venir. Por supuesto, nada constaría en ningún papel. Esta vez tendrían que andar con pies de plomo. En los últimos días había conocido a un asturiano que había estado en la Revolución de Octubre dándose de tiros contra la Legión y los moros que el gobierno de derechas había mandado para sofocar los focos rebeldes. Un tipo con experiencia, ese tal Pelayo Fierro. También era miembro del sindicato, y andaba vagando por Madrid sin un duro desde que le echaron de la cárcel. Juan Mari hizo lo posible por ayudarle. Ahora el momento en que el asturiano podría devolverle el favor se acercaba vertiginosamente.

Estando en estas cavilaciones, se abrió la puerta de la sala de juntas con un golpe que hizo dar un respingo a los presentes. Era Martín, uno de los secretarios del sindicato:

“¡Compañeros! ¡El momento que temíamos y esperábamos ha llegado! ¡Hace unas horas las tropas del Protectorado se han alzado en armas contra la República! ¡El pueblo está en las calles pidiendo armas!”

Si las prisas se lo hubiesen permitido, Juan Mari habría descorchado una botella de cava y brindado. Esos estúpidos militares les darían la excusa para hacer la Revolución.

Prólogo: Alfredo Alcázar, guardia de Asalto


15 de Julio de 1936

Ahora cobraban sentido las palabras de la noche anterior. Serían las dos de la madrugada de hace dos noches cuando Alfredo Alcázar, el joven Guardia de Asalto, escuchó la furtiva y atípica conversación entre un Capitán de la Guardia Civil (las estrellas de su uniforme le delataban, aunque no llevara gorra ni tricornio) y el Capitán Ramos, de la guardia de Asalto, a quien Alfredo conocía bien, al pie de la camioneta número 17:
-He hecho algo horrible, Esteban. Tengo en mente volarme la cabeza. Es lo que merezco, sin duda.
- Serénate, Fernando. – Le respondió el Capitán Ramos, sin alterar su grave tono de voz lo mas mínimo. – Dentro de poco llegará el día en el que podamos redimirnos como hombres, morir cara a cara con el enemigo, no como cobardes, en un callejón a oscuras.
La profesionalidad pudo mas que la curiosidad y Alfredo Alcázar continuó con su guardia por el patio del cuartel de Pontejos. Aunque probablemente, de saber lo que ahora sabía, se hubiese quedado a escuchar el resto.

La camioneta número 17. No era difícil atar cabos. Los periódicos lo decían claramente: el líder monárquico Calvo Sotelo fue secuestrado y asesinado la noche del día 13 a bordo de una camioneta de Asalto en represalia por el asesinato del Teniente Castillo por pistoleros derechistas. Alfredo creía que le estaba bien merecido. Calvo Sotelo no era más que un fascista de lengua viperina como los que habían tiroteado al buen Teniente Castillo, a quien había conocido personalmente. Pero dejando de lado sus preferencias personales, estos acontecimientos agravaban la ya de por sí tensa situación. La derecha querría ahora su venganza, y la espiral de violencia se ensancharía aún mas. Y los rumores de un golpe de estado seguían presentes, lo habían estado desde que las izquierdas ganaron las elecciones de Febrero.
Alfredo decidió engrasar bien su enorme pistolón Astra reglamentario. Los próximos días la Guardia de Asalto iba a tener que emplearse a fondo.

Madrid, antes de la tragedia.



El domingo doce de julio fue en Madrid un húmedo día de verano. El sol lanzaba sus rayos desde un luminoso cielo de Velásquez sobre una ciudad en perezoso descanso, una metrópoli medio desierta, pues mucha gente estaba de vacaciones o había salido al campo durante el fin de semana, y en la gran urbe imperaba la grata atmósfera del ocio. Los niños jugaban en el Parque del Oeste bajo los árboles umbrosos o en los arenosos senderos que conducían a la enorme rosaleda próxima al Manzanares. Parejas de enamorados remaban en el Parque del Retiro bajo la mirada de los blancos leones de piedra, mientras las estatuas de reyes y reinas se erguían entre los arbustos circundantes.

Miles de buscadores de gangas mariposeaban por el Rastro y se emocionaban ante el descubrimiento de un candelabro antiguo o una edición agotada de Shakespeare. Los pasajeros se apeaban sin tregua de los tranvías amarillos congregados en alegre y fragoroso pandemónium en la Puerta del Sol, corazón de la villa, y paseaban despaciosamente por los vistosos comercios y restaurantes de las tortuosas callejuelas que arrancaban de la plaza como patas encorvadas de una araña gigantesca. La gente que enfilaba hacia la Plaza Mayor accedía a una espaciosa explanada rodeada de inmuebles del siglo XVII y de arcadas de piedra donde se consumía café o vino en los cafés con veladores bajo los balcones desde los cuales los antiguos reyes contemplaron corridas, torneos, cabalgatas y quemas de herejes.

Otros madrileños atestaban un ruedo más moderno para presenciar el brillo de la sangre bajo el sol, asistían a un concierto matinal, acudían a una exhibición de lucha libre o formaban largas colas ante un cine donde se proyectaba La alegre divorciada, con Fred Astaire y Ginger Rogers. Y otros muchos iban de tapas con la familia o los amigos por sus tascas favoritas.

Nada hacía presagiar a Madrid la tormenta de fuego y acero que se le avecinaba.

(Adaptado de Dan Kurzman)

Mail a los futuros PJ's. Enero 2006.


"...Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo [...] serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. En este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel. A los militares que no se hayan sumado a nuestro Movimiento, echarlos y quitarles la paga. A los que han hecho armas contra nosotros, contra el ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo. Cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular, debe ser fusilado [...] Hay que sembrar el terror, dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros"

GENERAL EMILIO MOLA VIDAL Directiva reservada, 25-06-36


Estas palabras del golpista Mola, sólo unos días antes de producirse la sublevación, constituyen probablemente la más inhumana y salvaje declaración de intenciones de toda la historia del siglo XX, no sólo en España, sino a nivel mundial. Si a esto le sumamos que el enemigo lo constituyen compatriotas españoles, el relato se vuelve más escalofriante si cabe. Y aún la Guerra Civil ni siquiera había comenzado. Quedaba por venir la realización de las amenazas de unos y otros, la orgía de sangre y fuego que habría de cubrir este país durante mil días. Por no hablar de la posguerra y el exilio.

Pero en esos atroces años el horror y la miseria habrían de convivir con las pasiones desatadas. La Guerra Civil española fue la última guerra romántica. Fue una guerra de voluntarios. Muchos de los que acudieron a los frentes y regaron la dura tierra española con su sangre aún no habían aprendido a disparar cuando cayeron defendiendo su ideal.

Pero el espectro de la Guerra no se queda ahí. Durante esta guerra de pobres hubo lugar para el humor, lo jocoso, lo ridículo, el esperpento, esos ingredientes tan intrínsecos a la idiosincrasia española, aún teniendo como telón de fondo el mayor drama de la historia contemporánea del país.

Es esa riqueza de matices lo que me anima a iniciar este proyecto. ¿Qué mejor manera de recordar los hechos de hace ahora setenta años que meternos en la piel de los humildes y anónimos héroes (o antihéroes) que protagonizaron su particular tragedia?

Estoy aún embarcado en la Gehena, por lo que aún me llevará algún tiempo poner a punto Comandos de Guerra. El motivo de este correo, por tanto, no es otro que empezar a tantear quiénes de vosotros estáis dispuestos a participar en un futuro no tan lejano. Prometo poner el cien por cien de mis escasas habilidades de master al servicio de la causa, además de una más que correcta ambientación histórica para que esto no se quede en sólo una diversión de fin de semana. Hago mía, además, la conocida sentencia de Churchill: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”. Espero ayudar un poco con eso también.

Espero vuestras respuestas.

Monday, August 14, 2006

Bienvenidos, mis PJs

¡Salud, camaradas!
Siguiendo con la costumbre que inicié con mi anterior partida, y fiel a los dictados de la moda, presento aquí este Weblog que se centrará en la ambientación de la partida que tenemos entre manos. Podéis publicar lo que queráis en los comments, y, si me lo pedís, crearé una entrada con los textos/fotos/dibujos o lo que quiera que me mandéis.
Nos vemos en 1936.