"...Se tendrá en cuenta que la acción ha de ser en extremo violenta para reducir lo antes posible al enemigo [...] serán encarcelados todos los directivos de los partidos políticos, sociedades o sindicatos no afectos al Movimiento, aplicándoles castigos ejemplares a dichos individuos para estrangular los movimientos de rebeldía o huelgas. En este trance de la guerra yo ya he decidido la guerra sin cuartel. A los militares que no se hayan sumado a nuestro Movimiento, echarlos y quitarles la paga. A los que han hecho armas contra nosotros, contra el ejército, fusilarlos. Yo veo a mi padre en las filas contrarias y lo fusilo. Cualquiera que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular, debe ser fusilado [...] Hay que sembrar el terror, dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todos los que no piensen como nosotros"
GENERAL EMILIO MOLA VIDAL Directiva reservada, 25-06-36
GENERAL EMILIO MOLA VIDAL Directiva reservada, 25-06-36
Estas palabras del golpista Mola, sólo unos días antes de producirse la sublevación, constituyen probablemente la más inhumana y salvaje declaración de intenciones de toda la historia del siglo XX, no sólo en España, sino a nivel mundial. Si a esto le sumamos que el enemigo lo constituyen compatriotas españoles, el relato se vuelve más escalofriante si cabe. Y aún la Guerra Civil ni siquiera había comenzado. Quedaba por venir la realización de las amenazas de unos y otros, la orgía de sangre y fuego que habría de cubrir este país durante mil días. Por no hablar de la posguerra y el exilio.
Pero en esos atroces años el horror y la miseria habrían de convivir con las pasiones desatadas. La Guerra Civil española fue la última guerra romántica. Fue una guerra de voluntarios. Muchos de los que acudieron a los frentes y regaron la dura tierra española con su sangre aún no habían aprendido a disparar cuando cayeron defendiendo su ideal.
Pero el espectro de la Guerra no se queda ahí. Durante esta guerra de pobres hubo lugar para el humor, lo jocoso, lo ridículo, el esperpento, esos ingredientes tan intrínsecos a la idiosincrasia española, aún teniendo como telón de fondo el mayor drama de la historia contemporánea del país.
Es esa riqueza de matices lo que me anima a iniciar este proyecto. ¿Qué mejor manera de recordar los hechos de hace ahora setenta años que meternos en la piel de los humildes y anónimos héroes (o antihéroes) que protagonizaron su particular tragedia?
Estoy aún embarcado en la Gehena, por lo que aún me llevará algún tiempo poner a punto Comandos de Guerra. El motivo de este correo, por tanto, no es otro que empezar a tantear quiénes de vosotros estáis dispuestos a participar en un futuro no tan lejano. Prometo poner el cien por cien de mis escasas habilidades de master al servicio de la causa, además de una más que correcta ambientación histórica para que esto no se quede en sólo una diversión de fin de semana. Hago mía, además, la conocida sentencia de Churchill: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”. Espero ayudar un poco con eso también.
Espero vuestras respuestas.
Pero en esos atroces años el horror y la miseria habrían de convivir con las pasiones desatadas. La Guerra Civil española fue la última guerra romántica. Fue una guerra de voluntarios. Muchos de los que acudieron a los frentes y regaron la dura tierra española con su sangre aún no habían aprendido a disparar cuando cayeron defendiendo su ideal.
Pero el espectro de la Guerra no se queda ahí. Durante esta guerra de pobres hubo lugar para el humor, lo jocoso, lo ridículo, el esperpento, esos ingredientes tan intrínsecos a la idiosincrasia española, aún teniendo como telón de fondo el mayor drama de la historia contemporánea del país.
Es esa riqueza de matices lo que me anima a iniciar este proyecto. ¿Qué mejor manera de recordar los hechos de hace ahora setenta años que meternos en la piel de los humildes y anónimos héroes (o antihéroes) que protagonizaron su particular tragedia?
Estoy aún embarcado en la Gehena, por lo que aún me llevará algún tiempo poner a punto Comandos de Guerra. El motivo de este correo, por tanto, no es otro que empezar a tantear quiénes de vosotros estáis dispuestos a participar en un futuro no tan lejano. Prometo poner el cien por cien de mis escasas habilidades de master al servicio de la causa, además de una más que correcta ambientación histórica para que esto no se quede en sólo una diversión de fin de semana. Hago mía, además, la conocida sentencia de Churchill: “Los pueblos que no conocen su historia, están condenados a repetirla”. Espero ayudar un poco con eso también.
Espero vuestras respuestas.
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