Tuesday, August 15, 2006

Madrid, antes de la tragedia.



El domingo doce de julio fue en Madrid un húmedo día de verano. El sol lanzaba sus rayos desde un luminoso cielo de Velásquez sobre una ciudad en perezoso descanso, una metrópoli medio desierta, pues mucha gente estaba de vacaciones o había salido al campo durante el fin de semana, y en la gran urbe imperaba la grata atmósfera del ocio. Los niños jugaban en el Parque del Oeste bajo los árboles umbrosos o en los arenosos senderos que conducían a la enorme rosaleda próxima al Manzanares. Parejas de enamorados remaban en el Parque del Retiro bajo la mirada de los blancos leones de piedra, mientras las estatuas de reyes y reinas se erguían entre los arbustos circundantes.

Miles de buscadores de gangas mariposeaban por el Rastro y se emocionaban ante el descubrimiento de un candelabro antiguo o una edición agotada de Shakespeare. Los pasajeros se apeaban sin tregua de los tranvías amarillos congregados en alegre y fragoroso pandemónium en la Puerta del Sol, corazón de la villa, y paseaban despaciosamente por los vistosos comercios y restaurantes de las tortuosas callejuelas que arrancaban de la plaza como patas encorvadas de una araña gigantesca. La gente que enfilaba hacia la Plaza Mayor accedía a una espaciosa explanada rodeada de inmuebles del siglo XVII y de arcadas de piedra donde se consumía café o vino en los cafés con veladores bajo los balcones desde los cuales los antiguos reyes contemplaron corridas, torneos, cabalgatas y quemas de herejes.

Otros madrileños atestaban un ruedo más moderno para presenciar el brillo de la sangre bajo el sol, asistían a un concierto matinal, acudían a una exhibición de lucha libre o formaban largas colas ante un cine donde se proyectaba La alegre divorciada, con Fred Astaire y Ginger Rogers. Y otros muchos iban de tapas con la familia o los amigos por sus tascas favoritas.

Nada hacía presagiar a Madrid la tormenta de fuego y acero que se le avecinaba.

(Adaptado de Dan Kurzman)

No comments: