Sea cual fuere el bando más brutal, los hombre de Franco –por lo menos los regulares y los legionarios- eran claramente más eficaces. Eran aguerridos verdugos profesionales que buscaban asesinar sistemáticamente a una clase entera, bajo disciplina y sin pasión. Cuando el exterminio principal había concluido, los falangistas y requetés, menos experimentados, se quedaban en las zonas conquistadas para rematar a muchos de los que habían eludido la red barredera de la primera línea de combatientes.
Los moros, primitivos miembros de tribus marroquíes, no parecían soldados de primera categoría cuando ganduleaban en cunetas, vestidos con sus chilabas holgadas o con amplios pantalones de color castaño y camisas, fez rojo o un turbante muy apretado en la cabeza. Tampoco se sentían muy motivados por impulsos de tipo ideológico: no tenían ni la más ligera idea de por qué los españoles se mataban entre sí. Combatían porque les pagaban quince dólares al mes, a menudo en viejos marcos alemanes sin valor, suma que consideraban una fortuna; porque su jefe tribal, pagado por Franco, se lo ordenaba; y porque, finalmente, les encantaba la lucha.
Pero aunque fuesen culturalmente inocentes, podían ser adiestrados como animales. Ningún temor ni duda atenuaba su disciplina en el campo de batalla, y apenas conocían el significado de la palabra “retirada”. También llegaban a sentir un hondo, perruno apego por sus amos, los oficiales españoles, y con frecuencia estaban dispuestos a morir por ellos. Aquellos amos, a su vez, les arrojaban un apetitoso hueso: el tradicional derecho del guerrero moro a saquear, asesinar y violar.
Cuando pocos años antes los moros habían combatido con sus jefes tribales contra el ejército español y ejercido tal derecho, los mismos oficiales les habían llamado salvajes que merecían ser exterminados. Ahora incitaban, incluso ordenaban a aquellos salvajes aniquilar a sus compatriotas hispanos. Irónicamente, después de más de cuatrocientos años de haber sido expulsados de España por la gran reina nacionalista Isabel la Católica, los moros volvían a la Península como héroes de un movimiento nacionalista español, ya que pocos nativos habrían de luchar en él.
Los moros, primitivos miembros de tribus marroquíes, no parecían soldados de primera categoría cuando ganduleaban en cunetas, vestidos con sus chilabas holgadas o con amplios pantalones de color castaño y camisas, fez rojo o un turbante muy apretado en la cabeza. Tampoco se sentían muy motivados por impulsos de tipo ideológico: no tenían ni la más ligera idea de por qué los españoles se mataban entre sí. Combatían porque les pagaban quince dólares al mes, a menudo en viejos marcos alemanes sin valor, suma que consideraban una fortuna; porque su jefe tribal, pagado por Franco, se lo ordenaba; y porque, finalmente, les encantaba la lucha.
Pero aunque fuesen culturalmente inocentes, podían ser adiestrados como animales. Ningún temor ni duda atenuaba su disciplina en el campo de batalla, y apenas conocían el significado de la palabra “retirada”. También llegaban a sentir un hondo, perruno apego por sus amos, los oficiales españoles, y con frecuencia estaban dispuestos a morir por ellos. Aquellos amos, a su vez, les arrojaban un apetitoso hueso: el tradicional derecho del guerrero moro a saquear, asesinar y violar.
Cuando pocos años antes los moros habían combatido con sus jefes tribales contra el ejército español y ejercido tal derecho, los mismos oficiales les habían llamado salvajes que merecían ser exterminados. Ahora incitaban, incluso ordenaban a aquellos salvajes aniquilar a sus compatriotas hispanos. Irónicamente, después de más de cuatrocientos años de haber sido expulsados de España por la gran reina nacionalista Isabel la Católica, los moros volvían a la Península como héroes de un movimiento nacionalista español, ya que pocos nativos habrían de luchar en él.
"Miracle of November"
1 comment:
mmmhhh yo pienso que con los moros solo franco no podria mantenerse tantos años en el gobierno no es tan asi como estan diciendo que nadie lo apoyaba en españa por algo fue una guerra civil,si bien la mayoria de la poblacion tal vez me arriesgo a decir un 60% o poco mas estaba a favor de los republicanos el resto que eran monarquicos y religiosos catolicos que odiaban al comuninsmo y estaban con el. Franco fue inteligente al usar tropas experimentadas de moros y legionarios que lucharon en marruecos durante años y que NO ESTABAN IDIOLIGIZADAS, por eso gano la guerra. Caso contrario fue el bando Republicano donde sus tropas tenian diferentes ideologias aunque parecidas, socialista, anarquistas, comunistas, hasta liberales, que tenian diferencias entre si, y los unia solo el miedo al facismo. Por eso a pesar de recibir una impotante ayuda de la URSS, que le costo las tres cuartas partes de su reservas en oro, no supieron aprovecharla por su falta de profesionalismo militar y disidencias politicas.
Post a Comment