A medio camino entre el Adrian francés y el casco de acero alemán de la Primera Guerra Mundial, el checo modelo 1930 era, pese a su aspecto medieval, un excelente casco de trinchera, que remitía a la Gran Guerra por su línea, tamaño, y por sus característicos "cuernos", tetones de aireación. Ante el estallido de la guerra, el gobierno republicano compró gran parte de las existencias al gobierno checoslovaco, inconsciente de la inminencia del conflicto de los Sudetes contra el expansionismo alemán.
En la fotografía, de Robert Capa, dos soldados en las trincheras madrileñas protegiéndose con los cascos citados.
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