El 24 de Agosto, con Santander ya cercado por los franquistas y el CTV, se desata la ofensiva de ayuda republicana, consistente en una serie de ataques sucesivos sobre Zaragoza, la gran ciudad aragonesa, fundamental nudo de comunicaciones del frente este. Los republicanos rompen el frente, encabezados por el prestigioso V Cuerpo de Modesto. Pero esta vez Franco no morderá el anzuelo. Mantendrá el núcleo de sus tropas en el Norte mientras las fuerzas republicanas, como ya sucediera en Brunete, el impulso inicial, empecinándose en la conquista de pequeños núcleos, como Belchite, defendido hasta la extenuación por su valerosa guarnición. Zaragoza demostrará ser un objetivo demasiado ambicioso para el Ejército Popular.
Franco emprende sin dilación el ataque sobre lo que queda del Norte. Octubre en Asturias. Tan simbólica fecha llega sin visos de esperanza para los duros combatientes asturianos. Una vez mas, como ya sucediera en 1934, se ven enfrentados a fuerzas profesionales y muy superiores en número, pero ofrecen una resistencia tenacísima. Agotan hasta el último cartucho, y después, combaten con dinamita, con hondas, hasta quedar exangües. Asturias sabe que se juega muchísimo mas que la victoria o la derrota. El fin de Asturias será el fin del símbolo revolucionario por antonomasia. El día 21, con la toma de Avilés y Gijón, la derrota en el norte está consumada. La batalla que Mola pretendía liquidar en dos semanas ha durado cinco meses y ha dejado más de 30.000 muertos republicanos, y al menos 100.000 heridos. A los heróicos defensores que sobreviven sólo les queda soportar las brutales represalias, destinadas a descogotar el orgullo revolucionario astur, humillar a la bestia roja de tal manera que nunca vuelva a levantar la cabeza. Muchos no tendrán otra opción que echarse al monte. El final del frente Norte supone ceder la hegemonía industrial al enemigo, que, acabado octubre de 1937, tendrá en su mano todos los ingredientes para la victoria final. Franco ya tiene las manos libres para lanzar su macro-ofensiva sobre Madrid y acabar de una vez por todas con una guerra que está durando demasiado.
Franco emprende sin dilación el ataque sobre lo que queda del Norte. Octubre en Asturias. Tan simbólica fecha llega sin visos de esperanza para los duros combatientes asturianos. Una vez mas, como ya sucediera en 1934, se ven enfrentados a fuerzas profesionales y muy superiores en número, pero ofrecen una resistencia tenacísima. Agotan hasta el último cartucho, y después, combaten con dinamita, con hondas, hasta quedar exangües. Asturias sabe que se juega muchísimo mas que la victoria o la derrota. El fin de Asturias será el fin del símbolo revolucionario por antonomasia. El día 21, con la toma de Avilés y Gijón, la derrota en el norte está consumada. La batalla que Mola pretendía liquidar en dos semanas ha durado cinco meses y ha dejado más de 30.000 muertos republicanos, y al menos 100.000 heridos. A los heróicos defensores que sobreviven sólo les queda soportar las brutales represalias, destinadas a descogotar el orgullo revolucionario astur, humillar a la bestia roja de tal manera que nunca vuelva a levantar la cabeza. Muchos no tendrán otra opción que echarse al monte. El final del frente Norte supone ceder la hegemonía industrial al enemigo, que, acabado octubre de 1937, tendrá en su mano todos los ingredientes para la victoria final. Franco ya tiene las manos libres para lanzar su macro-ofensiva sobre Madrid y acabar de una vez por todas con una guerra que está durando demasiado.
El desalentador panorama de finales de Octubre de 1937
Los acontecimientos del Norte son seguidos con atención por los Recios, especialmente por Pelayo, que, postrado en una cama ve apagarse con angustia la llama de la resistencia de su patria chica. Los demás, transitoriamente al mando de San Rafael, ascendido a sargento mientras Juan Mari se recupera, participan en la ofensiva de Belchite, participando en la conquista casa por casa de la villa aragonesa. Tras ésto, quedan destinados a una zona tranquila del frente este, con visos a recuperarse para las decisivas jornadas que tendrán lugar a continuación. La Compañía Especial, dado su éxito, va camino de ampliarse y convertirse en Batallón.
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