Saltando de enlace en enlace por Youtube, me encuentro con ésto:
Nada menos que el cabo -luego sargento- Celestino García Montero narrando, con una espontaneidad y una naturalidad ante la cámara pasmosas, su hazaña: el enfrentamiento a bombazo limpio contra una decena larga de tanques italianos, del que sale victorioso tras destruir tres de ellos. Eran los desastrosos días de la retirada de Cataluña, y la República necesitaba héroes para animar a la resistencia de un pueblo agotado ya por más de dos años de guerra.
Veamos lo que cuenta Líster de él:
Del 15 al 25 de diciembre de 1938, el V C.E. se bate desde Montblanch al río Llobregat. Cerca de Santa Coloma de Queralt los italianos atacaban al tercer Bon. de la 9 BM. Delante llevaban 15 tanquetas. En ese momento surge el héroe: se llama Celestino García Moreno. Es un campesino de Morata de Tajuña y cabo de la Sección Especial de la 9ª Brigada de la 11 División. Con el cinto rodeado de bombas, salta la trinchera, se lanza contra lo tanques, destroza tres y hace huir a los otros doce, regresando a nuestras líneas con cuatro prisioneros italianos: capitán Osvaldo Arpaia, teniente Mario Ricci, y sargentos Narino Rogioni y Nello Mangiacapra, pertenecientes al Reagrupamiento Carristi, agregado a la División Littorio que atacaba el sector.
Quizá no todo fue tan limpio, pues según J.M.Reverte, a uno de los prisioneros (Ricci) se le daría matarile en el sitio.
Modesto nos ilustra mas sobre la gesta y nos explica por qué en el film el héroe aparece con la mano vendada:
En la tarde de ese día [17 de enero de 1939] esperaba al cabo Celestino García. Me lo enviaba, a petición mía, el jefe de la 11 división, Joaquín Rodríguez, quien la tarde anterior había traído a mi puesto de mando la tripulación de un tanque italiano capturada por Celestino y me contó su hazaña-
-Viene del “Thaelmann” - me dijo Rodríguez- y ahora está en la compañía especial de la 9 brigada. Fíjate el regalo que nos ha traído: estos cuatro pajes.
En efecto allí estaban capitán, teniente y dos sargentos, que aún no habían salido de su asombro y no les llegaba la camisa al cuerpo.
Los hizo prisioneros Celestino de la siguiente manera: atacaban trece tanquetas. Después de inutilizar la de cabeza (las otras doce “chaquetearon”), se llegó a ella y los mandó salir golpeando con el fusil. Al no obtener contestación, cogió el pico de la propia tanqueta y violentó la puerta sacando a los ocupantes.
[…]
En este periodo de la lucha en Cataluña, los combatientes del Ebro y sus cuadros de mando seguían batiéndose contra el enemigo con la decisión y la adhesión que los caracterizaba, aunque con más dificultades que nunca.
Celestino era uno de ellos. Ahora estaba con nosotros. Conversamos con él Francisco Antón, Sánchez Rodríguez, el teniente coronel Goiri, el poeta Pedro Garfias […], entre otros.
-Cuéntanos, camarada sargento Celestino -porque ya eres sargento- cómo diriges tu escuadra de cazadores de tanques.
-Después de elegir el sitio antes, o cuando aparecen y vemos por dónde vienen, avanzamos hacia ellos, escogiendo un sitio como en la caza al acecho.
-¿Y cómo sitúas a la escuadra?
-Yo me pongo delante con una bomba en la mano; las demás me las quito (Celestino llevaba cuatro o cinco al cinto) y hacemos el cordón, pasándonos la bomba uno a otro hasta que llega a mí. Tomo la que voy a tirar y le quito el seguro (lo que hizo).
-¡Ten cuidado!
-No pasa nada, se lo pongo.
Y se dispuso a hacerlo, pero no se por qué se le movió el sifón y comenzó a quemar la pólvora que lleva el fulminante, haciendo su sonido característico.
-¡Cuerpo a tierra! -ordené -¡Desenrosca, Celestino!
-Síííí..
Quitó velozmente el cuerpo superior del artefacto del que arrancó el potente fulminante, y lanzó la bomba corredor adelante, apretando aquel entre sus manos. Yo estaba a su lado siguiendo la operación.
La explosión fue ruidosa. Celestino salió con las manos y el bajo vientre acribillados, pero, afortunadamente sin gravedad, por lo abrigado que iba. A mí se me clavaron unas esquirlas en la frente. Pedro Garfias, en la habitación de al lado apareció con una, por cierto muy escandalosa, clavada en el brazo. Nos miró a todos y salió diciendo: ¡Ahora vuelvo!
Veinte minutos después, cuando seguíamos hablando y riendo todos con Celestino, apareció Garfias y leyó un poema de gran belleza dedicado al héroe.
-Ahora te vas a Barcelona, sargento. Van a recibirte Negrín y Rojo. Tienes quince días de permiso para ir a ver a tus padres y a tu novia en Madrid.
Celestino estaba emocionado. Nosotros también. Despedimos al héroe con un fuerte abrazo.
La gesta de Celestino también aparecería citada en el parte oficial, así como en la prensa, de la que podemos leer sobre él en la primera plana de La Vanguardia:
http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/1939/01/18/pagina-1/33120485/pdf.html
Gracias a la hemeroteca digital de dicho periódico podemos conocer a qué se refiere Celestino con “todo eso lo hicieron en Santa Coloma”. Se refiere al fusilamiento por parte de las tropas italianas de un grupo de campesinos en el pueblo catalán.
Como triste epílogo a la historia del antitanquista, hacer mención a su muerte: fusilado junto a otros 79 compañeros en las tapias del Cementerio del Este en Madrid, 14 de junio de 1939.
Sea como sea, ole tus huevos, Celestino.